Como
Comunicador gráfico publicitario se va por el mundo viendo y analizando todo lo
relacionado con el área de conocimiento de la formación, se considera y analiza
todo desde la marca y la comunicación de la misma para medir el impacto en el
público. Esto da sentido a la realización personal, sobre todo cuando
se trata de marcas cerveceras artesanales.
Incursionar
en el mundo cervecero colombiano me llevó a hacer un curso de certificación de elaboración
de cerveza para, obviamente, poder producir lo que algún día será mi propia
marca de cerveza; este curso me lo impartieron grandes cerveceros artesanales,
que, para mi sorpresa, tienen su propia marca de cerveza artesanal y producen
buenos y variados productos de una gran calidad. La sorpresa aumentaba a medida
que impartían el curso, el manejo del tema sumado con forma creativa de
utilización de los enseres para cocción de las cervezas artesanales abren la
imaginación en cuanto a elaboración cervecera.
La
experiencia del curso es única para los amantes de la cerveza, y para los que
no quieren perder su “virginidad” en temas de cerveza, porque da una visión de
la gran cantidad de cervezas que se pueden fabricar además de que la calidad de
cervezas en el mercado puede ser mejor. De esto, como he dicho en otras
entradas, da cuenta que el 99% del mercado, colombiano, lo controla una gran “simbiosis
cervecera”. Esta simbiosis, en una explicación breve del término acuñado por mí,
consiste en muchas marcas que no se interpelan las unas a las otras, su
comunicación no gira en desacreditar a la competencia, más bien respetan el
nicho de mercado especifico de cada marca lo que genera una simbiosis
equilibrada de estas respecto a su consumidores para hegemonizar ganancias.
El
otro 1% son unas pocas cervecerías artesanales que compiten con productos fuera
de la gama de la gran competencia. Es acá donde rescato una marca como Madre
Monte que además de impulsar la cultura cervecera retan, no solo al paladar con
nuevas y deliciosas cervezas, a la marca hegemónica monopolízante con una
propuesta valiente que incursionar en un mercado dominado. Estos dos cerveceros
artesanales, Juan Palacios y Johnny Guerrero, demuestran que para preparar cerveza
solo hace falta ganas y amor por lo que se hace.
Abrir
la conciencia cervecera y perder la “virginidad” de cervezas artesanales
requiere valentía para salirse de lo establecido y ser un poco rebeldes, como
lo son en Madre Monte.
Y
mientras se encuentra el valor para probar cervezas artesanales solo puedo
decir.
A por
las polas!!!
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